
Trastornos de la coagulación: señales que no debemos ignorar
Los trastornos de la coagulación sanguínea pueden parecer infrecuentes, pero muchas veces se manifiestan de manera sutil y silenciosa, hasta que un sangrado espontáneo o un evento trombótico revelan la gravedad del cuadro. La hemostasia es un proceso vital que permite detener las hemorragias. Cuando este mecanismo falla, puede haber sangrados excesivos (como en la hemofilia) o, por el contrario, formación de coágulos que obstruyen los vasos sanguíneos (como en las trombosis venosas profundas o TEP).
En los trastornos hemorrágicos hereditarios, como la hemofilia A y B, o la enfermedad de Von Willebrand, los pacientes suelen presentar moretones frecuentes, sangrados articulares o nasales, sangrado excesivo tras procedimientos menores e incluso menorragias. Estas condiciones requieren seguimiento especializado y, en algunos casos, tratamiento profiláctico con factores de coagulación.
En el otro extremo están los trastornos protrombóticos, como la trombofilia, en los que se producen coágulos con facilidad, incrementando el riesgo de infartos, trombosis o embolismo pulmonar. Algunas trombofilias son hereditarias (como la mutación del Factor V Leiden), y otras son adquiridas, como en el caso del síndrome antifosfolípido o durante el embarazo y el uso de anticonceptivos orales.
El diagnóstico incluye pruebas especializadas: tiempo de protrombina (TP), tiempo parcial de tromboplastina (PTT), dosaje de factores de coagulación, D-dímero, y estudios genéticos cuando están indicados. La historia clínica detallada es clave.
Conocer los antecedentes familiares, evitar automedicarse con antiinflamatorios, y acudir al hematólogo en caso de sangrados anormales o coágulos sin causa aparente, es fundamental para una atención temprana y efectiva.
📚 Fuente: Federación Mundial de Hemofilia (WFH), CDC Hematology Division.
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