Nuevas guías internacionales para la hipertensión

Nuevas guías internacionales para la hipertensión

En 2025, la American Heart Association (AHA) y el American College of Cardiology (ACC) han marcado un antes y un después en el abordaje de la hipertensión arterial. Las nuevas guías ofrecen un marco actualizado, impulsando metas más estrictas en el diagnóstico y control, con el objetivo de reducir las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad asociada a la presión arterial elevada. El umbral de diagnóstico se mantiene en 130/80 mmHg, una diferencia clave frente a las guías europeas, que siguen valorando 140/90 mmHg como referencia inicial. Como novedad relevante, se hace énfasis en la medición ambulatoria precisa, especialmente mediante el monitoreo ambulatorio (ABPM) y el monitoreo domiciliario (HBPM), reflejando la realidad clínica y evitando diagnósticos erróneos como la hipertensión de bata blanca o la hipertensión enmascarada. Estos matices se basan en estudios que prueban que pequeñas elevaciones de presión pueden incrementar el riesgo cardiovascular desde etapas tempranas.

El sistema de clasificación se simplifica en solo dos estadios: estadio 1 (130–139/80–89 mmHg) y estadio 2 (140/90 mmHg o más), dejando atrás categorías intermedias que dificultaban la toma de decisiones claras. Además, la guía recomienda objetivos terapéuticos más estrictos: mantener la presión por debajo de 130/80 mmHg en la mayoría de los pacientes y, para individuos de alto riesgo cardiovascular, considerar metas incluso menores a 120 mmHg sistólica.

Este abordaje integral se apoya en la evidencia robusta del estudio SPRINT, que demostró una reducción significativa de eventos cardiovasculares bajo un control intensivo de presión arterial.

En el tratamiento, se promueve la terapia combinada desde el inicio, particularmente en pacientes en estadio 2, favoreciendo el uso de combinaciones en un solo comprimido para mejorar la adherencia. Se incorpora formalmente el empleo de fármacos innovadores y el papel de nuevas tecnologías en el monitoreo domiciliario, apostando también por cambios en el estilo de vida y el abordaje multidisciplinario.

El documento destaca diferencias con las normativas europeas: la corriente americana apuesta por un manejo más agresivo y personalizado, mientras Europa conserva un enfoque más progresivo. 

Esta claridad y énfasis en la acción temprana prometen una disminución sustancial en el impacto global de la hipertensión, mejorando la calidad y esperanza de vida.


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